Puentes: 5 bellas postales del mundo
Nueva York, Praga, París, Venecia y San Petersburgo, en un recorrido por
algunos de los puentes más famosos.
Puente de Brooklyn, Nueva York (Estados Unidos). En buena parte gracias al
cine, este puente podría ser una de las tantas estrellas de Hollywood: es uno de
los más famosos del mundo. Aparece en películas como Fiebre de sábado por la
noche, Manhattan y, últimamente, en Sex and the city I, la versión
cinematográfica de la serie. Al cruzar el puente de Brooklyn por la noche se
obtiene una de las imágenes más típicas de Nueva York: los edificios de
Manhattan iluminados. En 1883, al finalizar su construcción después de 13 años
de trabajo, se convirtió en el puente colgante más largo del mundo. En aquellos
años, Brooklyn y Manhattan eran áreas independientes. El puente, que cruza el
East River, marcó un hito en la historia, al utilizar por primera vez en este
tipo de construcciones el acero, una idea del director de una compañía
metalúrgica, John Augustus Roebling, quien, cuando llegaba el invierno, no podía
pasar su mercadería porque era imposible cruzar el río cuando éste se congelaba.
Algunos datos: longitud del tramo central: 486 metros, ancho: 26 m., altura de
las torres por encima del nivel del río: 84 m. Y costó 15.1 millones de dólares.
Hay pasarelas para uso de los peatones y ciclistas y, por día, circulan más de
145.000 autos. En la historia de las rarezas del puente, hay que anotar que
mucha gente quiso saltar al río, ya sea por alguna apuesta o para lograr algo
que se consideraba imposible.
Puente de Carlos, Praga (República Checa). Con la silueta del Castillo de
Praga como telón de fondo y una galería al aire libre con las estatuas barrocas
en sus laterales, es uno de los lugares más bellos de Europa. Una de las
numerosas leyendas cuenta que la construcción del Puente de Carlos fue
inaugurada por el rey checo y emperador romano Carlos IV exactamente en el año
1357 el día 9 del mes 7 a las 5 horas 31 minutos. La razón fue la constelación
favorable del Sol y Saturno. Otra de las leyendas cuenta que a la masa con la
que se unían las piedras para la construcción del puente se añadieron huevos,
vino y leche. Todo esto tenía que proporcionar al puente una perfecta
estabilidad a lo largo de los siglos. Al Puente de Carlos se puede entrar por la
Ciudad Vieja o por Malá Strana. La entrada desde la Ciudad Vieja es custodiada
por la Torre de la Cuidad Vieja, decorada en piedra. Entre las treinta estatuas
del Puente de Carlos, una de las más especiales es la de San Juan Nepomuceno:
otra leyenda dice que tocar el relieve de bronce da suerte. En la otra punta
concluyen el puente las dos torres góticas de Malá Strana. Quizá la mejor forma
de disfrutar de uno de los puentes medievales más bellos del mundo es por la
madrugada, cuando, salvo los primeros músicos o vendedores de recuerdos, se
puede ver todo lo auténtico de esta joya gótica que une las orillas del río
Moldava desde hace más de 650 años. Un objeto de fascinación para pintores y
fotógrafos.
Pont Neuf, París (Francia). París tiene 37 puentes que cortan y unen el río
Sena. Difícil elegir uno, pero el Pont Neuf (Puente Nuevo), construido en 1604
para acortar el viaje de Enrique IV entre el palacio del Louvre y la abadía de
St. Germain des Pres, bien podría encabezar la lista. Aunque su nombre indique
lo contrario, es el más antiguo de París, y fue el primero que se construyó sin
casas sobre él y de piedra, porque los anteriores eran de madera. Decorado con
candelabros y máscaras talladas tiene 232 metros de longitud; es también el
puente más largo de la ciudad. Toda una novedad para la época, fue el primero en
cruzar el Sena, conectando las dos orillas del río y la parte más occidental de
la Ile de la Cité. Y fue novedad también la instalación de las primeras aceras
para peatones y unos pequeños miradores sobre cada una de las columnas. Fue una
fuente de inspiración para muchos artistas, como Camille Pissarro, escritores
(Victor Hugo) y directores de cine. Parece extraño, pero la película Los amantes
del Pont Neuf, de Leos Carax, (1991) fue rodada enteramente en un decorado.
También aparece en uno de los primeros capítulos de Rayuela, de Julio Cortázar.
Materia disponible para experimentar, el artista plástico Christo empaquetó el
puente como en una instalación contemporánea en 1985, y Kenzo lo cubrió de
flores en 1994. Fue denominado Monumento Histórico Nacional en 1889, y
Patrimonio Mundial por la Unesco en 1991. En verano, es el lugar elegido por
músicos y artistas callejeros para mostrar su arte.
Puente Rialto, Venecia (Italia). El de Rialto es el más antiguo de los
cuatro puentes que cruzan el Gran Canal de Venecia y durante años funcionó como
un importante eje económico de la ciudad. Se construyó entre 1588 y 1591 para
sustituir al anterior puente de madera, que se había derrumbado dos veces e
incendiado en otra oportunidad. La estructura del Rialto es parecida a los
anteriores: dos rampas inclinadas unidas por un pórtico en medio. A cualquier
hora del día, y como en prácticamente toda la ciudad, hay que pelear el espacio
con la multitud de turistas, pero vale la pena. Después de cruzar el puente
desde San Marcos, se llega al mercado Mercado Rialto, un lugar colorido y lleno
de perfumes donde se venden, especialmente, frutas y verduras. Este mercado
funciona todos días de 9 a 12 el Campo de la Pescaria y las estrechas cercanas,
que llevan los nombres de los gremios que las ocuparon años atrás. El puente más
famoso de Venecia, víctima del paso de los años, tendrá una restauración
integral, incluidos los 600 pilotes de madera sobre los que se sustenta que se
prolongará hasta 2016.
Puente Pévchesky, San Petersburgo (Rusia). San Petersburgo es un museo al
aire libre, en el que predominan los puentes. Con más de cuarenta islas y
sesenta ríos y canales, hay más 300 puentes y veintidós cruzan el río Neva.
Muchos son levadizos, para que de noche puedan pasar los enormes barcos
mercantes. Estos puentes levantados son uno de los símbolos de San Petersburgo y
en verano es una suerte de espectáculo gratuito, sobre todo durante la temporada
de las "Noches Blancas". En invierno los puentes no se levantan porque todos los
ríos y canales están congelados y no hay navegación. Algunos de los puentes son
extraordinariamente hermosos, decorados con estatuas, detalles artísticos y
dorados y elegantes faroles. Uno de ellos es el puente Pévchesky (del Canto),
junto a la plaza del Palacio y donde están el Palacio de Invierno y el Museo
Hermitage. Con 73 metros de ancho y 24 de largo, es el tercer puente más ancho
de la ciudad. Fue construido en 1840 y lo inauguró el zar Nicolás I. Uno de sus
mejores detalles es una preciosa reja artística de encaje de hierro fundido y
desde aquí se tienen las mejores y más románticas postales del río Moika.
Pegada, está la casa museo del poeta ruso Alejandro Pushkin.