¡Descubrí 5 actividades gratuitas para hacer en Milán!
Muchas veces creemos que para ir de visita a una ciudad europea hay que tener mucho dinero pero los buenos viajeros sabemos que siempre hay maneras de ahorrar en los viajes. Si investigás un poco podrás descubrir muchas actividades de la ciudad que son gratuitas. ¡Mirá cuántas atracciones podés conocer en Milán
¡Descubrí 5 actividades gratuitas para hacer en Milán!
1) Actividades gratuitas para hacer en Milán: Visitar el Castillo Sforzesco y el Parque Sempione
Uno de los sitios mas típicos de Milán y uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad es el Castillo Sforzesco que es de libre acceso. Se trata de un castillo que fue construido como fortaleza durante el siglo XIV que se mantiene en un magnífico estado de conservación.
Se encuentra a unos 10 minutos a pie del centro. Podrás admirar sus murallas y torres y su bella fuente de agua a la entrada. Es un placer pasear por sus jardines disfrutando de la vista de sus torres, pórticos y pinturas. Dentro del recinto hay carteles informativos que ayudan a comprender mejor lo que te rodea. Si se visita al anochecer la iluminación es maravillosa. El castillo está abierto todos los días de 7:00 a 19:30 horas.
Actividades gratuitas para hacer en Milán: Visitar el Castello Sforzesco
Además te recomendamos que aproveches y visites el Parque Sempione que está atrás del castillo en el que encontrarás desde un Estadio deportivo hasta el local de la Feria Trienal de Milán. Es el parque más importante de la ciudad. Fue construido entre 1890 y 1893, y diseñado con el estilo de los jardines ingleses. Para recorrerlo todo recomendamos que dispongas de un par de horas.
2) Actividades gratuitas para hacer en Milán: Recorrer el barrio de Brera
El barrio Brera es una zona de Milán más conocida como “la bohemia de lujo”. Se encuentra, detrás del Teatro Scala y cerca del Castillo Sforzesco, en el corazón de Milán. Se asemeja al París de los artistas ya que se trata del barrio de los artistas, donde hay otro ritmo de vida con un ambiente bohemio y romántico. Recomendamos caminar y perderse entre sus casas bajas, sus antiguos negocios y tiendas exclusivas. Además en toda la zona encontrarás muchos cafés al aire libre, bares y restaurantes.
Aquí se encuentra la Academia de Bellas Artes, el Teatro Scala, el Jardín Botánico y la Pinacoteca de Brera (la entrada al patio es gratuita) que contiene una de las más destacadas colecciones de pintura italiana. Entre los artistas de esta galería están: Gentile da Fabriano, Mantegna, Bellini, Tintoretto, Bramantino, Piero della Francesca y Rafael Sanzio, Caravaggio, Tiepolo, Tintoretto. Para llegar a Brera hay que tomar la línea de metro amarilla hasta la parada de Montenapoleone.
3) Actividades gratuitas para hacer en Milán: Visitar los museos los días gratuitos
Al igual que otras ciudades italianas, hay una iniciativa que propone que la entrada a los museos (no todos, hay que consultar previamente los adheridos) sea gratis cada primer domingo de mes. Entre los museos donde se puede entrar gratis en Milán se destacan la Pinacoteca di Brera, el Acuario, el Museo Arqueológico, el Museo de Historia Natural de Milán y la Galería de Arte Moderno.
4) Actividades gratuitas para hacer en Milán: Recorrer los canales de Navigli
El sistema de canales Navigli surgió en el siglo XII como un proyecto para conectar Milán con el norte de Europa y con el mar. Leonardo Da Vinci logró conectar, siglos después, Milán con el Lago Como mediante un brillante sistema hidráulico y eso trajo riqueza a la ciudad, pero después fueron abandonados y contaminados durante muchos años. Luego de una gran reforma y recuperación, los canales se convirtieron en una de las zonas más pintorescas de la ciudad y con más vida nocturna. A su alrededor están llenos de bares y restaurantes, trattorias, heladerías, mercados y tiendas vintage.
5) Actividades gratuitas para hacer en Milán: Entrar al Doumo
Milán se caracteriza por tener una de las iglesias más hermosas del mundo. Se trata de la famosa Catedral de Milán, (Duomo di Milano en italiano) ubicada en la Piazza del Duomo, en el centro de la ciudad. Es el ícono de la ciudad y no debe faltar en tu visita, la verás desde prácticamente toda la ciudad. Es una enorme catedral gótica (y una de las catedrales católicas más grande del mundo) con 157 metros de longitud y espacio para más de 40.000 personas. La construcción de la catedral se realizó durante cinco siglos y el resultado final fue una arquitectura única, que combina el estilo gótico internacional con la tradición lombarda. Su exterior está revestido de mármol blanco rosado. Hay distintas entradas que varían en función del tipo de visita. Desde 3 euros (catedral y museo), 4 euros (para visitar el área arqueológica) u 13 euros para acceder a la terraza por las escaleras (o 17 para subir en ascensor). Los chicos menores de 5 años no pagan.
En este blog encontrara nuestras recomendaciones, informaciones y notas adicionales para su viaje.
miércoles, 7 de agosto de 2019
jueves, 1 de agosto de 2019
CUBA: HABANA: Sigue seduciendo 500 años después
La Habana sigue seduciendo 500 años después
El ambiente de sus plazas, el paladar de ‘Fresa y chocolate’, el hotel de Sinatra, los daiquiris de Hemingway… Estas son las mejores pistas para disfrutar en la capital cubana.
Fernando García del Río
La sensación de salto en el tiempo se percibe rápidamente en cuanto se sale del aeropuerto José Martí de La Habana. Y se prolonga en cualquiera de los barrios donde habrá que instalarse por unos días para saborear la ciudad si después se quiere partir hacia «el interior», es decir el resto de Cuba. La Habana Vieja, el Vedado y el municipio de Playa, los tres núcleos con el Malecón al norte, son lo más interesante de esta urbe mestiza, seductora y algo pirata.
LA HABANA DE PLAZA EN PLAZA
La Habana Vieja, junto con el Castillo del Morro y el fuerte de La Cabaña al otro lado de la bahía, deparan un apasionante paseo desde el siglo xvi hasta la Cuba de hoy. Cuatro plazas, la de Armas junto a la de la Catedral y la Plaza Vieja cerca de la de San Francisco, constituyen los puntos cardinales de una ciudad que durante cientos de años sirvió como parada y fonda, así como caja fuerte para los expedicionarios del Nuevo Mundo.
CALLEJEAR, CALLEJEAR Y CALLEJEAR
La incursión a La Habana Vieja no puede hacerse sin callejear. Por supuesto, todos los tópicos están en la siempre animada calle Obispo. Tras tomarse un daiquiri (quizás) en el célebre Floridita hay que llegar paseando hasta el Parque Central. En esta parte de la ciudad el visitante descubre algunos de los rincones más auténticos de La Habana donde gritos, música, olores y colores insuflan vida a las paredes de las decadentes construcciones que cuentan la historia de diferentes épocas y ocupaciones.
¿UN INDEPENDENCE DAY EN PLAN CUBANO?
Al lado del Parque Central está el Museo de Bellas Artes, y más allá la imponente cúpula del Capitolio, siempre visible desde cualquier rincón de la Habana Vieja. Inspirado en el de Washington, el arquitecto cubano tenía el encargo hacer unos pocos centímetros más alto el edificio para no ser menos que los norteamericanos. Construido en el año 1929, el Capitolio, ahora con las obras para recuperarlo como sede del Parlamento finalizadas, queda ya en territorio de Centro Habana.
CENTRO HABANA: TERRITORIO LITERARIO
Este barrio configura, junto con La Habana Vieja, la ciudad de las columnas que con maestría describió Alejo Carpentier. Son, también, los dominios del famoso detective Mario Conde, el personaje de las novelas de Leonardo Padura en la tetralogía Cuatro estaciones. Caminar por las calles de La Habana es transitar un territorio literario lleno de matices e inspirador.
MAGIA EN LA TORRE
En la esquina noroeste de la Plaza Vieja se entra a la Cámara Oscura de La Habana, uno de esos lugares inesperados en la capital cubana. Es el punto estratégico para contemplar a vista de pájaro, a través de un periscopio que proyecta la imagen sobre un enorme disco, las glorias y miserias de esta ciudad tan hermosa como desvencijada. La gracia con la que muestra las imágenes el operador de la cámara oscura es la guinda al pastel. Al finalizar la sesión, se puede contemplar la Plaza Vieja desde la azotea de la torre.
PERDERSE O ENCONTRARSE
El Malecón, lugar de encuentro y refresco de todo habanero que se precie, no figura como monumento pero lo es. Es un monumento a la vida social y a la diversión sin complicaciones –paseando, cantando boleros o dándose un chapuzón–, el famoso paseo marítimo tiene sus zonas socialmente diferenciadas, unas más familiares y otras algo más complejas, incluida una de claro dominio gay en la desembocadura de la calle 23 o Rampa. Hotel nacional
HISTORIAS DE CAPOS Y ESTRELLAS
Precisamente, asomando al Malecón se halla el Hotel Nacional, homenaje al enemigo imperialista cuyas paredes fueron testigo, entre otros acontecimientos, de una cumbre de la Mafia, de la jura de un presidente y de la luna de miel de Ava Gardner y Frank Sinatra. Este edificio sí es un monumento, además esta declarado Memoria del Mundo por la UNESCO.
LAS TERRAZAS SIEMPRE SON UN BUEN PLAN
Parecidas a las grandes panorámicas de la Cámara Oscura de La Habana, pueden obtenerse vistas al natural, mojito en mano, en las terrazas de los hoteles Ambos Mundos y Parque Central en La Habana Vieja; también en el bar situado en el piso 33 del sensacional edificio Focsa del Vedado, y, en este mismo barrio, en el restaurante Sierra Maestra del Habana Libre (piso 25).
UN 'THRILLER' DE ESPÍAS Y AGENTES SECRETOS
Vértice principal de El Vedado es el hotel Habana Libre, el Hilton que Fidel Castro expropió nada más triunfar la revolución, en enero de 1959, para convertirlo en su cuartel general durante tres meses. Aquí se urdió el plan magnicida contra el comandante en jefe que, según él mismo reconocería, más cerca estuvo de prosperar. Un camarero colocado por la CIA debía echar una cápsula de veneno en uno de los batidos de chocolate que Castro solía tomarse en una de las cafeterías del hotel, pero al llegar el momento la pastilla se había congelado en el refrigerador. Junto con el Capitolio, el Focsá y la torre del Memorial José Martí en la Plaza de la Revolución, el Habana Libre es una de las siluetas que marcan el skyline de la ciudad. helados
CUANDO EL HELADO ES UNA CULTURA
Frente al establecimiento, al otro lado de la calle 23 –corazón administrativo, universitario y sanitario del país–, se ve enseguida la cola que todos los días y a todas horas forman los habaneros ante la heladería Coppelia. Enfrente hay una parada de taxis de todas las clases, incluidos cocotaxis y almendrones de los años 50, que ofrecen paseos por Miramar, Siboney y Atabey, los nobles y verdes barrios del oeste. No sólo Coppelia, los helados están presentes en toda la ciudad con diferentes marcas.
EL MUSEO FAVORITO DE JACK SPARROW
No lejos de la Plaza Vieja, está el Museo del Ron Havana Club, donde un guía instruido bajo los principios de la revolución y el modelo cubano de empresa mixta ilustra al visitante sobre los secretos de este producto, desde la extracción de su esencia de la caña de azúcar hasta su embotellado y etiquetado.
COMO EN 'FRESA Y CHOCOLATE'
Los paladares concentran toda la atención a la hora de comer o cenar: comida criolla en La Guarida –donde se rodó Fresa y Chocolate–, o bien en el Castropol, el Templete, el Aljibe o La Fontana. A pocos metros del Nacional se encuentra el Gato Negro, sitio de copas con actuación nocturna que algunos diplomáticos consideran el homólogo del Rick’s Café de Casablanca.
National Geographic
El ambiente de sus plazas, el paladar de ‘Fresa y chocolate’, el hotel de Sinatra, los daiquiris de Hemingway… Estas son las mejores pistas para disfrutar en la capital cubana.
Fernando García del Río
La sensación de salto en el tiempo se percibe rápidamente en cuanto se sale del aeropuerto José Martí de La Habana. Y se prolonga en cualquiera de los barrios donde habrá que instalarse por unos días para saborear la ciudad si después se quiere partir hacia «el interior», es decir el resto de Cuba. La Habana Vieja, el Vedado y el municipio de Playa, los tres núcleos con el Malecón al norte, son lo más interesante de esta urbe mestiza, seductora y algo pirata.
LA HABANA DE PLAZA EN PLAZA
La Habana Vieja, junto con el Castillo del Morro y el fuerte de La Cabaña al otro lado de la bahía, deparan un apasionante paseo desde el siglo xvi hasta la Cuba de hoy. Cuatro plazas, la de Armas junto a la de la Catedral y la Plaza Vieja cerca de la de San Francisco, constituyen los puntos cardinales de una ciudad que durante cientos de años sirvió como parada y fonda, así como caja fuerte para los expedicionarios del Nuevo Mundo.
CALLEJEAR, CALLEJEAR Y CALLEJEAR
La incursión a La Habana Vieja no puede hacerse sin callejear. Por supuesto, todos los tópicos están en la siempre animada calle Obispo. Tras tomarse un daiquiri (quizás) en el célebre Floridita hay que llegar paseando hasta el Parque Central. En esta parte de la ciudad el visitante descubre algunos de los rincones más auténticos de La Habana donde gritos, música, olores y colores insuflan vida a las paredes de las decadentes construcciones que cuentan la historia de diferentes épocas y ocupaciones.
¿UN INDEPENDENCE DAY EN PLAN CUBANO?
Al lado del Parque Central está el Museo de Bellas Artes, y más allá la imponente cúpula del Capitolio, siempre visible desde cualquier rincón de la Habana Vieja. Inspirado en el de Washington, el arquitecto cubano tenía el encargo hacer unos pocos centímetros más alto el edificio para no ser menos que los norteamericanos. Construido en el año 1929, el Capitolio, ahora con las obras para recuperarlo como sede del Parlamento finalizadas, queda ya en territorio de Centro Habana.
CENTRO HABANA: TERRITORIO LITERARIO
Este barrio configura, junto con La Habana Vieja, la ciudad de las columnas que con maestría describió Alejo Carpentier. Son, también, los dominios del famoso detective Mario Conde, el personaje de las novelas de Leonardo Padura en la tetralogía Cuatro estaciones. Caminar por las calles de La Habana es transitar un territorio literario lleno de matices e inspirador.
MAGIA EN LA TORRE
En la esquina noroeste de la Plaza Vieja se entra a la Cámara Oscura de La Habana, uno de esos lugares inesperados en la capital cubana. Es el punto estratégico para contemplar a vista de pájaro, a través de un periscopio que proyecta la imagen sobre un enorme disco, las glorias y miserias de esta ciudad tan hermosa como desvencijada. La gracia con la que muestra las imágenes el operador de la cámara oscura es la guinda al pastel. Al finalizar la sesión, se puede contemplar la Plaza Vieja desde la azotea de la torre.
PERDERSE O ENCONTRARSE
El Malecón, lugar de encuentro y refresco de todo habanero que se precie, no figura como monumento pero lo es. Es un monumento a la vida social y a la diversión sin complicaciones –paseando, cantando boleros o dándose un chapuzón–, el famoso paseo marítimo tiene sus zonas socialmente diferenciadas, unas más familiares y otras algo más complejas, incluida una de claro dominio gay en la desembocadura de la calle 23 o Rampa. Hotel nacional
HISTORIAS DE CAPOS Y ESTRELLAS
Precisamente, asomando al Malecón se halla el Hotel Nacional, homenaje al enemigo imperialista cuyas paredes fueron testigo, entre otros acontecimientos, de una cumbre de la Mafia, de la jura de un presidente y de la luna de miel de Ava Gardner y Frank Sinatra. Este edificio sí es un monumento, además esta declarado Memoria del Mundo por la UNESCO.
LAS TERRAZAS SIEMPRE SON UN BUEN PLAN
Parecidas a las grandes panorámicas de la Cámara Oscura de La Habana, pueden obtenerse vistas al natural, mojito en mano, en las terrazas de los hoteles Ambos Mundos y Parque Central en La Habana Vieja; también en el bar situado en el piso 33 del sensacional edificio Focsa del Vedado, y, en este mismo barrio, en el restaurante Sierra Maestra del Habana Libre (piso 25).
UN 'THRILLER' DE ESPÍAS Y AGENTES SECRETOS
Vértice principal de El Vedado es el hotel Habana Libre, el Hilton que Fidel Castro expropió nada más triunfar la revolución, en enero de 1959, para convertirlo en su cuartel general durante tres meses. Aquí se urdió el plan magnicida contra el comandante en jefe que, según él mismo reconocería, más cerca estuvo de prosperar. Un camarero colocado por la CIA debía echar una cápsula de veneno en uno de los batidos de chocolate que Castro solía tomarse en una de las cafeterías del hotel, pero al llegar el momento la pastilla se había congelado en el refrigerador. Junto con el Capitolio, el Focsá y la torre del Memorial José Martí en la Plaza de la Revolución, el Habana Libre es una de las siluetas que marcan el skyline de la ciudad. helados
CUANDO EL HELADO ES UNA CULTURA
Frente al establecimiento, al otro lado de la calle 23 –corazón administrativo, universitario y sanitario del país–, se ve enseguida la cola que todos los días y a todas horas forman los habaneros ante la heladería Coppelia. Enfrente hay una parada de taxis de todas las clases, incluidos cocotaxis y almendrones de los años 50, que ofrecen paseos por Miramar, Siboney y Atabey, los nobles y verdes barrios del oeste. No sólo Coppelia, los helados están presentes en toda la ciudad con diferentes marcas.
EL MUSEO FAVORITO DE JACK SPARROW
No lejos de la Plaza Vieja, está el Museo del Ron Havana Club, donde un guía instruido bajo los principios de la revolución y el modelo cubano de empresa mixta ilustra al visitante sobre los secretos de este producto, desde la extracción de su esencia de la caña de azúcar hasta su embotellado y etiquetado.
COMO EN 'FRESA Y CHOCOLATE'
Los paladares concentran toda la atención a la hora de comer o cenar: comida criolla en La Guarida –donde se rodó Fresa y Chocolate–, o bien en el Castropol, el Templete, el Aljibe o La Fontana. A pocos metros del Nacional se encuentra el Gato Negro, sitio de copas con actuación nocturna que algunos diplomáticos consideran el homólogo del Rick’s Café de Casablanca.
National Geographic
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